El cuñadismo explicado por Adam Grant
todos nos ha pasado eso de cruzarnos con un “todista”, como los llama mi amigo Agustín. Y un “todista” sabe de todo, pero como dice el Dr. Liendre: De todo sabe, pero de nada entiende.
Es una experiencia particular cuando entablas conversación con alguien y te plancha la oreja sobre temas muy diversos y profundos con frases absolutas, pero que solo están levemente barnizadas de auténtico conocimiento.
El cuñadismo, con cariño y respeto por mis cuñaos que no representan este estereotipo, es en parte ese hábito. No te ves en seis meses, pero saben mejor que tú qué coche te tienes que comprar, dónde alquilar mejor la casa de veraneo, dónde se come el mejor arroz o cuál es el auténtico secreto de la barbacoa.
Adam Grant es un psicólogo, escritor y divulgador que adquirió fama con su primer libro, Originals (que merece otro post entero); y que ahora con su segundo libro, Think Again, estudia y explica el fenómeno por el cual la gente es reacia a cambiar de opinión, a hablar sin saber (pero pensando que sabe) o subestimar la toma de decisiones.
No pretendo hacer un resumen del libro. Al que le gusten estos temas, que se lo lea, que no tiene desperdicio. Lo que me interesa es precisamente ese incidir sobre ese punto que es tan importante, pero sobre el que la mayoría de las personas no reflexionan: ¿Por qué no somos capaces de cambiar de opinión fácilmente?
Este es para mí un tema importante. Yo suelo tener opiniones firmes, pero suavemente mantenidas. Siempre he pensado que es fundamental ser flexibles en nuestras ideas porque el mundo cambia a menudo, al igual que nosotros, y es importante saber adaptarse.
La adaptación es el elemento fundamental. Saber adaptarte, reinventarte y crecer como persona o profesional pasan en mucha medida por saber dejar atrás determinadas creencias y abrazar otras nuevas. Ahora, el proceso para pasar de unas a otras tiene que tener sentido, si no nos volveríamos locos.
Como emprendedor yo he aprendido a hacer esto de forma natural. Siempre tengo una visión de lo que será el mundo, pero hace tiempo que dejé de imponer mis ideas al futuro. Siempre pienso que es mejor que el futuro te diga qué será. Es mejor observar que imponer, pero al mismo tiempo, ser capaz de entender que nuestros prejuicios nos pueden cegar.
El dato mata el relato. Yo creo un producto, empresa o servicio y luego observo los datos, a ver qué me dicen. Y cuando me dicen que me equivoco, los compruebo. Y si me dicen que acierto… Los compruebo también. Y si ocurre lo que en el primer caso, analizo, pienso y ajusto y volvemos a repetir el ejercicio.
Nadie puede aprender aquello que ya sabe. Por eso es importante estar preparado para no saber. Para decir, no lo sé. Adam Grant establece una linea entre dos síndromes: el síndrome del impostor por el cual una persona piensa que está en un lugar, puesto o circunstancia que no le corresponde, por lo que se ve como un fraude, pero piensa que la gente no se da cuenta; y el síndrome del narcisista, que piensa que todo lo sabe y el universo gira entorno a él.
Como casi todo, la virtud está en el equilibrio. Saber lo bueno que eres, pero no creerte lo bueno que eres. La mejor receta para lograr ese equilibrio es la humildad. O, al menos, eso es lo que receta el Dr. Grant.
Yo estoy de acuerdo. He tenido la oportunidad de trabajar con gente brillante. Todos eran muy buenos en lo que hacían, pero los que realmente generaban un impacto real, eran los que tenían la humildad de replantearse las cosas. De aceptar que se equivocan, de ser accesibles y hacerse humanos aceptando sus propias faltas.
El mundo está cambiando a marchas forzadas. Las señales están ahí. El salto a la digitalización, virtualización, el cambio de modelo económico, de forma de trabajar… Todo apunta a una economía basada en la creación de valor a través del conocimiento específico en determinadas materias. A un mercado laboral hiperflexible. Una necesidad de adaptación constante a un entorno cambiante y de continuo aprendizaje.
Algunos han nacido con este mundo y se adaptarán a él con facilidad. Otros venimos de uno anterior y diferente. Si queremos encontrar nuestro sitio en este nuevo, vamos a tener que ser capaces de dejar atrás ideas preconcebidas, revisar y entender bien la utilizad de nuestros valores tradiciones y ser capaces de, con humildad, aceptar que en algunas cosas estábamos equivocados.
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